Sí, 4 meses, y no es que me haya vuelto anti metalero engendro de Michael Kiske combinado con algún reguetonero asqueroso, sino solamente he estado algo perezoso para escribir como suele sucedernos a las personas de nuestra edad con tantas ocupaciones y preocupaciones. Pero aquí esta, una breve reseña del metal que vibró mis tímpanos durante estos primeros dos bimestres del 2011.

De lo viejo que descubrí están los de Rage, la banda que actualmente estoy siguiendo fervientemente y que nunca me deja de sorprender con cada álbum viejo de ellos (pero nuevo para mí) que escucho, siguió taladrando mi cerebro y oscureciéndolo con el magnífico Black in Mind, siendo el sucesor del magnífico y quasiperfecto «The Missing Link» no se queda atras ni eclipsado por éste. El tema homónimo, Send by the Devil (bastante adaptable para los demonios del pasado), In a nameless Time, y Until I Die, y los demás del aĺbum son temas bastante afilados con el toque emotivo que Peavy le imprime siempre a cada uno de sus creaciones.

Otro grandioso álbum de Rage, y el último que tiene el típico sonido «ochentero» que conservaba ese raro falsete de Peavy es el Reflection of a Shadow, sonidos crudos con ecos en la voz, y agradablemente cañero, y siguiendo la misma línea speedy del Perfect Man, Bastantes cañeras son Waiting for the Moon, Saddle the Wind y Wild Seed, y sí, suenan primitivas, pero bastante más «Rage» (sic) que el siguiente album: Ghosts, un álbum para nada aburrido, pero que ya es de la época más melódica de Rage, aunque no niego que me encantó, es contrastante en velocidad con el Reflections, que, al final iban siempre a dar fé de la gran versatilidad musical de Peavy, incluyendo ya el acompañamiento orquestal que se convertiría en sello de la banda en el futuro. La emotividad de Beginning of the End se mezcla con la caña orquestal de Back in time para parir algo bastante Rage como Love and Fear Unite.

Más contemporaneo aún, y que terminó elevar a este trío de músicos a niveles majestuosos… Unity. En éste Peavey ya cuenta con la hacha chillona del maestro Victor Smolski. Y si de músicos hablamos, Peavey definitivamente no podía conseguir a alguien más capaz y virtuoso. y su segundo engendro de esta combinación fue Unity, un disco tan cañero con Down, Set this world on fire, como majestuoso con Dies Irae o You Want it You get it, o melódico con Living my Dream. Completamente disfrutable, tanto que se queda corto para dejarnos con los oídos empapados por el orgasmo auditivo.

Pero no solo de Rage fue los viejos lanzamientos que descubri. Tambien una excelente (y no tan vieja) banda estadounidense: White Wizzard; quienes se dedican a tocar algo que para muchos ignorantes es terreno muerto. Heavy Metal clásico. sí, aquel sonido tán británico que nos heredó Judas Priest, Dio, Angel Witch o Iron Maiden de los 80, aquel heavy metal que cabalgaba a galope rápido y frenaba a armonías de guitarras gemelas. y con la mejor calidad y fidelidad que nos hacen recordar que el Heavy metal no muere ni se transforma, se mantiene. El disco en cuestión es Over the Top y entre sus temas (que todos son disfrutables) destaco: 40 Deuces, la maidenezca High Roller o la Dio-esca Iron Goddess of Vengeance.

Y finalizando el recuento de lo viejo que vale la pena mencionar. un poco de Thrash alemán. Tankard. En mi vida ignorante jamás habia escuchado su música. y es que se me hacía bastante inmaduro las letras que solo hablaban de alcohol y alcohol, Pero dado que soy alcohólico decidí que era justo escuchar un poco de himons a la cerveza para ver si esa mi «característica» servía de base para la digestión de su música, pero oh sorpresa. al escuchar The Beauty and the Beer quedé oidoabierto luego de que me penetraran aquellos asquerosamente pegajosos riffs de estos alcohólicos; quienes tocan un thrash no tan agresivo y más melódico si lo comparamos con el tridente alemán de Kreator-Sodom-Destruction. We Still Drink the old way, Rockstars No.1, The Beauty and the Beast y Metaltometal son canciones que aún no logro sacar de la mente, y no quiero que salgan tampoco.